Un volcán dormido en el corazon de Africa

viernes, 27 de junio de 2003

Marc Foe



Ayer por la tarde, todo el mundo en la ciudad se agrupaba en torno a las televisiones de los bares, como abejas a la entrada de su panal.
Las televisiones mosraban un partido de futbol que ocurria a cinco mil kilometros de distancia.
Uno de los jugadores, de origen beti, murio sobre el terreno. Nadie le habia tocado, ningun otro jugador estaba cerca, simplemente se desmorono sobre la hierba.
A pesar de que el equipo nacional habia ganado, ayer por la noche, en la ciudad habia ambiente de duelo. Todos hablaban de lo mismo, en cada casa, en cada bar, en los hospitales, en las tiendas, por la calle. La gente se agrupaba en cada esquina para comentar la tragedia.
No solo los betis, tambien los duala, los bassa, los bamilekes, los ewondo, los bulu, los del norte, los anglofonos. Tambien los jugadores de la seleccion francesa lloraron al enterarse.
Un duelo multitudinario por un hermano del pais.
Quieres saber mas?

miércoles, 25 de junio de 2003

Dasi



Esta noche ocurrio el milagro. La mujer enferma dio a luz su bebé.
Esta semana habia mejorado mucho su salud, recuperado peso y la sonrisa. Y la noche de ayer, de madrugada, el bebé le dio un empujon para nacer al mundo.
- Como vas a llamar a tu bebé?, pregunté.
- Dasi, me respondio.
"Dasi" quiere decir en lengua bamileke, "solo Dios".
Porque si este bebé ha querido nacer, ha sido solo porque Dios ha querido. nadie mas le ha ayudado. Su madre, enferma, a punto de morir, sujetaba su vientre apesadumbrada; el resto de la familia, preocupada por la madre, veia al bebé como un agravante de su mal.
Pero ahora todos han visto que ha sido el bebé la que la ha salvado, solo por Dios.
- Mama, le dije a la mujer, como tu hijo nacio en la noche de S. Juan, podrias llamarle asi también, qué te parece?
- Le llamaremos Dasi Juan, porque tu has estado con nosotros.
- Gracias mama.

sábado, 21 de junio de 2003

Troncos



Hoy ha estado lloviendo todo el dia en la ciudad.
Enormes troncos, pilares de los cielos, han sido talados y portados en camiones enormes, destino al puerto.
Fueron arrancados de la tierra cuando no llovia, asi que ahora las nubes traen tormenta. Mientras que siga lloviendo las maquinas no podran entrar en la selva.
Mientras siga lloviendo no moriran mas arboles antiguos.
Arboles que tenian nombre.
Arboles que nacieron antes que hubiera hombres en este continente.
Arboles que van muriendo a medida que los sacan de la selva, que los conducen al puerto, que los cargan en un barco que les llevan al norte, destinados a un uso efimero.
Arboles que antes fueron el hogar de los pigmeos, los guardianes ancestrales de la selva, ahora seran ornamento de los extranjeros. Y los pigmeos quedaran huérfanos, inutiles, exiliados.
Que siga lloviendo, que llueva otro año mas.
Quieres saber mas?

jueves, 19 de junio de 2003

Nombres



Los ancestros de los hombres eran sabios, temian a los volcanes, consideraban que las montañas eran los hogares de los dioses padre y pedian consejo a los arboles mas antiguos.
Sus descendientes han olvidado todo esto, pero no todo se ha perdido; aun mantienen tradiciones, por costumbre, tal vez para pensar menos.
Una de ellas es que dan a los recién nacidos el nombre de un familiar. Esto hace que el bebé reciba la fuerza de vida de su homonimo.
Asi es como las generaciones nuevas recuperan las vidas de los antepasados, y asi es como mantengo mi esperanza de que algun dia recuerden los tesoros fundamentales que han olvidado.

miércoles, 18 de junio de 2003

Pasiones



...Y de nuevo sentir pasiones que tenia dormidas.
Regresar a la ciudad va a ser mas dificil de lo que pensaba.
Añoro la perspectiva de mi montaña, desde alli, todo es diferente.
Sin embargo, aqui estoy, de momento.
Las dificultades son la fuerza para crecer, me dijo la montaña al partir. No sé si voy a poder vivir aqui mucho tiempo.

lunes, 16 de junio de 2003

Descenso



Me he decidido a descender al lugar donde viven los hombres, dejar mi montaña y encontrarme de lleno con la muerte y con la vida.
Al llegar llevé sobre mi espalada a una mujer, que estaba a punto de dar a luz, y ademas luchando con una enfermedad ya demasiado avanzada. Se llama tuberculosis.
Apenas puede respirar, los pulmones infectados de muerte, pero la mujer se mantiene sentada sobre su lecho. Apoyado el cuerpo sobre su redondo vientre, orbe de esperanza.
Le miro a los ojos y es como si el bebé hiciera que la mujer siga viva, inoculandole las fuerzas necesarias para que su madre no se someta a la enfermedad y poder nacer, poder existir.
Brutal e ineludible.
Asi es la cotidianeidad en el mundo de los seres humanos.
Qué ganas tengo de regresar a las montañas.

sábado, 7 de junio de 2003


Diferencias


Para las montañas, que son dueñas del mundo, todos los seres humanos son iguales, al menos muy parecidos.

En cambio conocen cada una de las rocas del mundo. Las calizas, las arcillosas, las graníticas... cada una tiene su nombre y se sabe dónde están situadas, junto a cuáles. En las zonas frías, las montañas sufren cuando las heladas quiebran las rocas y las separan un poco más cada invierno.

Esto tiene más sentido de lo que parece, ya que las rocas que vemos ya estaban allí antes de que naciera el primer ser antropomorfo, y lo más probable es que sigan estando alli, poco más o menos igual el día en que el último ser de dos patas se extinga.

En cambio, a vosotros, los seres humanos, los últimos llegados, todas las montañas os parecen iguales, pero veis grandes diferencias entre vosotros mismos. A veces lo llamáis razas. Otras, paises, regiones, étnias, familias, los altos, los feos, los marginados, los viejos, los tontos, los tímidos.

Dedicáis muchas más clasificaciones a vuestros grupos humanos que las montañas para identificar a cada roca del vasto mundo. Y sin embargo una roca tiene infinitas más posibilidades de seguir siendo de la misma condición que las que tiene un ser humano de permanecer igual.

La diferencia es que los humanos crecen y las rocas no. Los humanos evolucionan por ellos mismos. Y las generaciones humanas crecen porque el Forjador les ha creado así.

Y podríais crecer más rápido y mejor si no fuera por vosotros mismos.

viernes, 6 de junio de 2003


Exodo


Una de las escenas más bellas que he vivido desde que llegué a Manengumba fue cuando ocurrió, hace un año, el éxodo de los pastores. Venían huyendo de la muerte, desde las montañas del oeste.

Huyendo de hombres que deseaban la muerte de los pastores. Hombres que querían acabar con su raza, despojarles de su hogar. Pero no lo consiguieron, ya que para un nómada no hay fronteras. El hogar de un nómada es el vasto mundo.

Algunos pasaron por aquí, ¿lo recuerdas, Manengumba?
En la lejanía eran una enorme nube de polvo. A medida que se acercaban, iba vislumbrando miles de cebúes que mugían a la vez, cansados de tanto andar. Los bororo les obligaban a avanzar sin parar, blandiendo sus varas, golpeando al suelo con ellas, otras veces sobre sus cuartos traseros.

Un centenar de esas reses, acertaron a pasar por aquí. Yo descendí para darles la bienvenida y para mostrarles los manantieles y una pequeña embalsadera donde las bestias puedan beber, pero ellos ya las habían encontrado, oteando desde lejos, antes de decidirse a caminar hacia acá.

Yo no hablo bororo, pero estuve con ellos, y comprendí lo que estaba pasando. Algunos habían perdido a familiares asesinados. Otros habían sido heridos y golpeados.

Pero ellos no sentían odio.
Descubrí en sus ojos un sentimiento de alivio y de agradecimiento, porque habían escapado del mal. Y porque estas montañas eran aún más bellas y verdes que las que dejaron atrás.
Sus reses bebían agua fresca y también se sentían aliviadas y agradecidas a la montaña.

¿quieres saber más?

miércoles, 4 de junio de 2003



Lago Nyoss



Hoy desperté pensando que los pastores ayer me hablaron del lago asesino, sin decir su nombre. Recordé apesadumbrado lo que cambió el nombre de ese lago, hace ya dos décadas.

-Manengumba, ¿cuánta gente murió en el lago Nyoss?
-Murieron todos.

Manengumba me explicó que el lago siempre había tenido el agua roja. El lago está en la boca de un volcán que está naciendo. Un volcán que aún no tiene nombre. Un volcán que se está haciendo sitio para un día empezar a elevarse por encima de todas las demás montañas.

-¿Y por qué tanta muerte?
-¿Ves aquella selva verde que crece sobre mi ladera? Yo también fui volcán para poder crecer y ser montaña. Yo también fui fuego y muerte. Ahora sobre mi cuerpo fertil, la vida crece con vigor, las aguas de los cielos brotan por mi roca y forman los ríos allá abajo. Tú vives de mí. Otros como tú viven de mí. Y les aseguro vida a sus generaciones.

¿quieres saber más?

martes, 3 de junio de 2003



La visita de los pastores



¿Has visto, Manengumba? ¡Tienes huéspedes!

La montaña sonreía, al ver cómo una familia de pastores bororo estaban acampando sobre ella. Habían elegido un hueco bajo un risco, protegidos de la lluvia y del sol, al poco de llegar ya habían improvisado una choza con la maestría de los nómadas.

Sus cebúes, una docena, estaban pastando unos metros más arriba, mugían de felicidad y los niños de los pastores jugaban junto a las bestias.

Anduve hacia aquel lugar y los niños en seguida me vieron. Tenían un poco de miedo, pero el mayor me esperó. Yo le conocía, y él se acordaba de mi, del año anterior. Bienvenido a Manengumba, le dije. El me sonreía con cierta incredulidad, pues el año anterior cuando le explicaba que vivía sobre la montaña, pienso que no me hizo mucho caso.

¿Comes con nosotros?

Cuando llegué al poblado traído de la mano por todos los niños, los bororo me sonrieron. Primero me saludaron los hombres, los dos hermanos que ya conocí el año anterior, luego sus mujeres. El hermano mayor me dijo que se había casado de nuevo, cuando estaba en el norte. En seguida supe de quién se trataba, al ver las joyas de la dote sobre su pelo.

Los bororo son pastores, pero apenas comen carne; sólo en los casamientos. Comí muy bien con ellos y me contaron historias sobre las montañas del nor-oeste. Me hablaron de los lagos, del misterioso gran lago Nyoss, y de otros.

- ¿Hacia dónde vais?, les pregunté.

- Nos han invitado a pasar la época de lluvias cerca de Fako, en el poblado nuestra familia. Allí hay buenos pastos.

- Que tengais mucha suerte, tal vez nos veamos el año próximo, si seguis haciendo esta ruta.

- Seguramente sí. A las bestias les gusta mucho esta montaña.

- El año que viene podríais hacer aquí vuestro campamento familiar. Estaríamos muy contentos.

- Tal vez. Lo hablaremos con la familia.

¡Adios, amigos! , me despedí.

lunes, 2 de junio de 2003


El monte Fako



Las montañas fueron forjadas hace muchas eras en el vientre de la Tierra.

Mi hogar, Manengumba, fue forjado en las profundidades y nació rasgando la corteza fértil de nuestra madre.

Hace dos años pude presenciar cómo nuestro amigo, el inexpugnable volcán que se eleva desde el borde de la costa hasta los cielos, se despertó de su sueño y se puso a escupir fuego durante siete días.

Manengumba me explicó esta mañana que el nombre de ese volcán es Fako. Es una montaña como nosotros, me dijo, pero el Forjador la ama tanto, que hace que su interior esté siempre en movimiento. La golpea en caliente y la hace crecer. Luego la rocía con lluvia para enfriarla. Y la deja exhausta, casi muerta.

Fako nació después de mi, pero ya es mucho más alta. Maneja los vientos y las nubes. Habla con las Altas Montañas y por la noche con las estrellas del firmamento.

Pienso que debe sufrir con todo esto, Manengumba.

Claro que sufre, porque es amada, porque crece. El forjador tiene algo importante para ella.

Desde hoy miraré a Fako de otra forma. Y también los humanos deberíais mirarla con más respeto. Los primeros pobladores de estas tierras aprendieron a temerla y la llamaron "el carro de los dioses". Pero ese nombre se olvidó mientras el volcán dormía.

domingo, 1 de junio de 2003


La estación de lluvias



Tengo mucha suerte de haber ascendido a lo alto del Manengumba. Desde aquí puedo observar el mundo desde arriba. Puedo ver la curvatura de la tierra, la interminable línea del horizonte y las extensiones de selva que me rodean.

Si me pongo de puntillas puedo ver más lejos. Mi vista me lleva a observar la larga y curvada costa del golfo de Guinea, un inexpugnable volcán que tengo ante mí, y en esa dirección otros montes que emergen desde las profundidades del mar.

Al amanecer, Manengumba, el Volcán y los pequeños montes se saludan.
Cada una de sus palabras las portan las nubes, y cuando uno de estos montes está enfadado, las nubes descargan tormentas.

Le pregunté a Manengumba por qué se enfadó ayer. Me respondió que han cortado muchos árboles este mes. Las montañas están muy enfadadas ahora.

Empieza la estación de lluvias.