Un volcán dormido en el corazon de Africa

jueves, 20 de noviembre de 2003

Explotación y trabajo


Youssou Ndour toca esta noche en Madrid, un cantante senegalés que no solo hace música tan buena como esta, sino que además ha sido nombrado embajador honorario de la campaña internacional contra la explotación infantil, por la OIT.
Esta campaña, lanzada notablemente en los países africanos, comenzó a sonar fuerte en la copa de Africa de Mali, con el mensaje "Tarjeta roja al trabajo de los niños". Recuerdo cómo los cameruneses de la calle se reían de la frase. Allá los niños cuando no tienen clase tuestan cacahuetes y se pasean por la calle hasta venderlos todos. Nadie les obliga, lo consideran un magnífico pasatiempo. Con lo que sacan se compran golosinas, o hay quienes tienen espíritu emprendedor y lo reinvierten en huevos cocidos, por ejemplo.
Pero aclaro, la campaña no trata de que los niños no trabajen, cosa que no veo mal, como explico adelante, sino (copio) define las peores formas de trabajo infantil, como son la esclavitud, la servidumbre por deudas, la prostitución, la pornografí­a, el reclutamiento forzoso de niños para las fuerzas armadas, la utilización de niños para el tráfico de estupefacientes y otras actividades ilí­citas, y cualquier otro trabajo que dañe o ponga en peligro la salud y la seguridad de los niños.
Y yo me uno a la campaña por completo, pero quisiera reivindicar el que un niño pueda trabajar libremente, cosa prohibida en el "mundo civilizado"; reivindicar que un niño pueda trabajar para aprender a ser listo, a saberse útil en su familia y entre sus amigos, a ser capaz y creativo en la sociedad, esto, perdónenme, no me parece a erradicar.
De la misma manera que es de combatir la explotación infantil, pienso que es de combatir la inutilidad social, el autismo, el stress y la depresión infantiles, fenómenos, por desgracia muy habituales en el primer mundo, donde los niños son considerados como floreros, (no se tocan, sólo se miran), por necesidad inútiles.
Yo quiero que mis hijos puedan aprender a ganar su dinero vendiendo por ejemplo gusanos de seda, como hacía yo no hace tanto, en esa otra españa donde nací.
Yo quiero que mis hijos aprendan a ser listos y no solo inteligentes.
Que aprendan que la vida es más que tener novia o novio, más que ir bien vestido o compararse un lujoso coche, más que acumular conocimientos, sino saberlos usar.
Quiero que aprendan también a sobrevivir. A ser un poco salvajes.

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