Un volcán dormido en el corazon de Africa

lunes, 22 de noviembre de 2004

Costa de Marfil, después del 6N


Según datos del diario francés Nouvel Observateur

6 de noviembre:
-Dos aviones marfilenses bombardean la base militar francesa en Bouaké, 9 muertos, una treintena de heridos.
-El presidente francés Chirac ordena la destrucción de todos los medios aéreos militares marfilenses.
-Combates entre militares franceses y marfilenses en el aeropuerto de Abidjan, donde los franceses acaban tomando el control.
-Manifestaciones populares en contra de los militares franceses. Pillaje y destrucción de instalaciones francesas.

7 de noviembre:
-Segundo dia de pillaje y violencia antifrancesa en Abidjan.
-Francia aumenta las fuerzas militares destacadas en Costa de Marfil al número de 5000 soldados.
-El presidente de la Asamblea Nacional Amadou Koulibaly declara: "Vietnam no será nada comparado con lo que vamos a hacer aqui"
-El presidente de Costa de Marfil Gbagbo exige a los manifestantes que detengan la violencia.

8 de noviembre:
-Tercer dia de manifestación y violencia antifrancesa.
-Los dirigentes políticos y militares marfilenses llaman a la calma.

9 de noviembre:
-Tropas francesas y cascos azules de la ONU toman el control de ciertos barrios del sur de Abidjan, mientras que los manifestantes se enfrentan cruentamente con los militares franceses en el barrio Cocody.

10 de noviembre:
-Continúa la manifestación popular en Abidjan.
-Los primeros franceses residentes comienzan a ser evacuados del país.
-El presidente Gbagbo afirma no haber dado orden de matar soldados franceses.

11 de noviembre:
-Regreso a la calma civil.
-La radio-televisión pública cesa los anuncios a la población en contra de los militares franceses.
-Continúa la evacuación de residentes franceses.

12 de noviembre:
-Varias decenas de mujeres blancas han sido violadas en los dias de violencia antifrancesa pero no se computa ninguna muerte, aunque hay dos franceses desaparecidos.
-Costa de Marfil anuncia que va a denunciar en la Corte Internacional de Justicia la represión de los militares franceses a las manifestaciones populares, contando 62 marfilenses muertos y unos 1200 heridos.
-Gbagbo emite duda sobre la muerte de los soldados franceses en Bouaké "yo no he visto ningún soldado francés muerto".

13 de noviembre:
-Regreso a la normalidad en Abidjan.
-El éxodo de occidentales se eleva ya a 2600 personas evacuadas.
-Unos 6000 marfilenses escapando de la violencia se han refugiado en Liberia.

14 de noviembre:
-El presidente Gbagbo ordena una investigación sobre el bombardeo de la base de Bouaké y declara que los aviones destruidos serán restituídos.
-Jacques Chirac declara que Francia continuará a asumir sus responsabilidades bajo mandato de la ONU y que no permitirá que la situación del país acabe en la anarquía o en un régimen de tipo fascista.
-El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, tras reunirse con Gbagbo, ahora se reúne con los dirigentes de la rebelión.
-Continúa el éxodo de occidentales, ya a 3700 personas evacuadas.

15 de noviembre:
-El Consejo de Seguridad se reúne para votar una resolución francesa que preve la iposición condicional de sanciones.

16 de noviembre:
-Ya son 10.000 los refugiados marfilenses llegados a Liberia.

17 de noviembre:
-El lider de la oposición Ouattara declara que la reconciliación es bien posible, pero que es necesario conseguir el fin del terror en Abidjan.
-Paris calcula la llegada de 7200 franceses procedentes de Costa de Marfil.

18 de noviembre:
-El presidente Gbagbo llama a los proietarios y patronos franceses a regresar a Costa de Marfil.
-El regreso a la calma en Abidjan aún no está conseguido y los militares franceses continúan patrullando por las calles.
-Primer consejo de ministros para la reconciliación, aunque tan solo con la presencia de una parte de la oposición.

19 de noviembre:
-Según datos oficiales, un total de 8332 franceses han abandonado Costa de Marfil además de unos 600 occidentales de otros países entre el 10 y el 18 de noviembre.

domingo, 21 de noviembre de 2004

Costa de Mafil antes del 6N



Los países subsaharianos cuentan su historia nacional en los libros de texto a partir de la colonización blanca, pero Costa de Marfil bien podría obviar esos y años y comenzar por su fecha de descolonización, que marcaron años de crecimiento económico y de recepción de inversiones e inmigración extranjera.
Costa de Marfil descolonizado era un país excepcional en Africa. Un país que supo integrar la multiplicidad de culturas y regiones que lo componen. Incluso supo integrar a los ex-colonos que regresaron, los que se quedaron y llegó a convertirse en uno de los países subsaharianos con mayor número de residentes e inversiones extranjeras.

La historia de su degradación, comienza hace muy poco, concretamente pongamos el 24 de diciembre de 1999, cuando un golpe de estado que nadie (de verdad, nadie) se esperaba, derrocó al presidente Henry Konan Bedié y puso en marcha un año de transición administrado por el general Robert Guey.

El general Guey propone un sistema parlamentario donde reúne a representantes de todos los partidos, pero deja fuera al lider político Alassane Ouattara, de origen burkinabé (ante la indiferencia de Francia y de los observadores de la ONU) y antes de las elecciones del 2000, aprueba una nueva ley que exime de la presidencia a todo hijo de no-marfileño.

Esa resolución legal enciende los ánimos de los numerosos partidarios de Ouattara que comienzan manifestaciones y enfrentamientos desde el norte del país, minando así las producciones agrícolas de la zona. Pongamos que así comienza lo que llamamos hoy "guerra de Costa de Marfil".

En octubre del 2000, las elecciones (no representativas, según los partidarios de Ouattara) ponen al frente del gobierno a un antiguo profesor de historia, Laurent Gbagbo. Y entonces comienzan los enfrentamientos sistemáticos entre partidarios de Ouattara y fuerzas gubernamentales.
Durante dos años, los rebeldes crearon el caos en la economía agrícola del país y como toda respuesta del gobierno y de la política internacional, sólo recibieron represión armada, es decir, violencia y muerte.

La noche del 19 de septiembre de 2002, los rebeldes llegan a Abidjan y el conflicto se salda con 300 marfilenses muertos. Muchos de los rebeldes ahora son burkinabeses que apoyan a los familiares de Ouattara muertos en las represiones del norte.

La opinión internacional ahora habla de "conflicto religioso" ya que los habitantes del norte de Costa de Marfil y de Burkina son musulmanes desde hace más de 10 siglos y entonces Francia desembarca en el país con una tropa de boinas verdes en la operación Licorno, la cual no consiste ni en detener a los rebeldes ni a terminar con Gbagbo, sino en una situación difusa de "mediador".
Yo no sé de política, pero no entiendo que un mediador pueda llegar masivamente a un país con armas, chalecos antibala y uniformes.

Esta posición, "por encima del bien y del mal" de la política francesa exaspera tanto a rebeldes como a gubernamentales marfilenses y desde ambos bandos son criticados. El ministro de exteriores francés Villepin es secuestrado durante unos días en Abidjan, cuando se desplazaba para "reunir a Gbagbo con los líderes rebeldes".

Villepin llega a reunirles en Marcoussis el 25 de enero del 2003, donde firman acuerdos de reconciliación, constituyendo la gloria política del ministro francés pero agua de borrajas en el conflicto marfilense, que se sigue recrudeciendo ante la indiferencia francesa, tal vez porque las zonas del conflicto quedan fuera de las regiones de explotación de cacao.

El 6 de noviembre de 2004, dos aviones gubernamentales hacen caer sus bombas sobre la base militar francesa en Bouaké, con el saldo de 9 soldados muertos y decenas de heridos. A la vez, un vehículo militar gubernamental lanza un cohete contra la caserna de militares franceses en el aeropuerto de Abidjan sin provocar ningún muerto.
La reacción de Chirac: ordena a las tropas Licorno francesas (ya son más de 2000 soldados) a destruir la aviación militar marfilense y a tomar el aeropuerto de la capital.

martes, 16 de noviembre de 2004

Primera y última


Por Gonzalo del Campo
Abidjan, la gran capital de Costa de Marfil. Son las cinco menos cuarto de la mañana. Es esa hora en que el bullicio de la urbe parece apagarse definitivamente, antes de que comience de nuevo a renacer al alba.

Dominique duerme, aún plácidamente, en la habitación de un cinco estrellas, ubicado en la parte europea de la ciudad. Suena el teléfono y lo coge al cuarto timbrazo, aturdido todavía por el último wisky de la noche anterior. Escucha por el auricular

-Señor Dominique , buenos días, son las cinco menos cuarto.

A esa misma hora en el aeropuerto Mamadou y Ladji, que no han podido dormir en toda la noche, resuelven que es el mejor momento para hacer lo previsto. Atraviesan la pista en penumbra apresuradamente. Miran de reojo hacia la terminal y no atisban un solo policía que mire hacia las pistas en las que hay aparcados varios aviones. Eligen el más apartado, uno de Air France con destino a París, que tiene su salida a las siete de la mañana. Se encaraman a él escalando por las ruedas y se introducen en su panza abierta.

Cinco y media de la mañana. Dominique desayuna un café con leche, acompañado de un zumo de naranja, dos croissans y mantequilla, lo habitual para la selecta clientela del hotel. Su avión sale a las siete y tiene tiempo de hacer balance de su corto pero intenso viaje. Ha visitado la enorme plantación de cacao al norte de Bouaké, propiedad de sus representados, que no se ha visto especialmente afectada por los acontecimientos que han sacudido el país en los últimos meses. Gracias al celo del administrados, que ocupa un alto cargo en el ministerio de economía del país y al que se le paga una elevada comisión por hacerse cargo de mantener fluida la producción y la exportación de cacao.

También ha visitado las propiedades inmobiliarias, las centrales eléctricas y las dos minas que la compañía posee en el país. Gracias al apoyo del gobierno todo está en orden y puede ofrecer un balance positivo a la empresa francesa para la que trabaja.

También ha disfrutado de las noches de Abidjan. Acompañado de otros dos amigos franceses que trabajan en la embajada, ha recorrido los clubs que frecuenta lo más selecto de la ciudad y cada noche ha pasado por su cama una mujer distinta.

-Con esto del sida hay que andar con ojo, pero vaya hembras, reflexiona mientras se enciende un cigarrillo, acabado, ya, su desayuno.

En el avión, Mamadou y Ladji también hacen repaso de lo que han vivido, no en los últimos días, sino en los años que llevan fuera de sus aldeas. Ambos partieron, casi niños, en busca de otra suerte que no fuera esperar la cosecha y acechar año a año la temida sequía.

Se conocieron en Bobo, con quince años y desde entonces unieron sus destinos de como socios del negocio de errar en busca de trabajo. Habían estado en las minas de oro del norte de Burkina. Una dura labor en un lugar seco e inhóspito. También habían trabajado en el mercado de Ouaga como porteadores, en las plantaciones de cacao, ya en Costa de Marfil y últimamente como estibadores en los muelles del puerto de Abidjan.

Habían ideado un plan único. Sabían que trabajando en el puerto les resultaría más fácil ir de polizones en un carguero que fuese hacia el norte, pero a ellos les había entrado la prisa y no querían estar semanas embarcados en un viaje incierto y demasiado largo.

Iban a entrar en el corazón mismo de Europa, tan sólo en unas horas. A nadie habían hablado de su plan, quizás a nadie, antes, se le había ocurrido viajar en el compartimiento del tren de aterrizaje de un avión, allí donde las ruedas se recogen al despegar el aparato. Allí estaban agazapados, rumiando una mazorca de maíz tostado, sin poder dormir, al cuidado de no ser descubiertos y de que su deseado viaje no se fuera al traste.

Una línea rosada dibuja el horizonte. Poco a poco el sol nace sobre las sucias calles de la parte más africana de Abidjan. Son las seis. Desde el taxi Dominique contempla al pasar las gentes que ya se dirigen al mercado, lenta o apresuradamente. Los libaneses no abren, aún, sus comercios. No lo harán hasta que la claridad sea completa.

Esa misma claridad, atenuada, como en una cueva, se percibe desde el estrecho zulo que acoge a los dos polizones.

Son las siete de la mañana. Puntualmente el vuelo 422 de Air France con destino París está a punto de iniciar su despegue.

Dominique se arrellana en su confortable asiento de primera clase, se aprieta el cinturón y cierra sus párpados por si aún pude abandonarse a un sueño plácido y reparador.

Los motores comienzan a rugir y el avión, tras encaminarse a la larga pista de despegue, acelera y recoge sus ruedas, haciéndose invisible desde el suelo.

El espacio que dejan en el receptáculo apenas deja lugar a los dos amigos, que sienten como aúllan a un tiempo todos los espíritus maléficos dentro de su cabeza y sus oídos.

Dominique se despierta y mira su reloj, son las ocho. Mira por la ventanilla y ve tras el cristal la inmensidad rojiza, interminable del Sáhara allá abajo. Oportuna, la azafata le ofrece un tentempié acompañado de champagne francés. acepta sólo el champagne, pero protesta cuando comprueba que la temperatura no esta a su gusto.

-Podría ser más frío? solicita a la azafata que, enseguida vuelve portando otra botella brillante, con una leve y finísima tela de hielo.

-Así está mejor, gracias, dice sonriendo a la azafata.

Mamadou y Ladji ya no han de preocuparse de cual será su destino. Por los resquicios de su habitáculo penetró primero el frío, intenso, lacerante, mortal, a medida que el avión ha ido ganando altura. Más allá de los ocho mil metros, la muerte no es, ya, un presentimiento. La asfixia es rápida como una guillotina. La condena terrible del pez fuera del agua, del gorrión hundido en las profundidades de un mar ajeno e implacable.

A esa hora, Mamadou y Ladji son cadáveres descoyuntados a merced de las turbulencias que zarandean al avión. Como muñecos de trapo, chocan contra los neumáticos y contra las paredes de metal. Son curepos sin vida, sin futuro ni destino.

Son las doce del mediodía. Hace un rato que el avión ha aterrizado. Dominique coge un taxi que le lleve directo hasta su casa.

En ese mismo instante un operario del aeropuerto descubre los cadáveres de los dos africanos. Uno de ellos asoma, desde las tripas del avión, la cabeza y los brazos como un títere de guiñol abandonado.

Ha pasado un día, son las once de la mañana. Dominique se sienta en su despacho y ojea los periódicos del día. Las noticias de siempre: los infiernos de Irak y Palestina, la subida del coste de la vida, los deportes y, en una nota escueta de la sección de sucesos lee con desgana:

“Ayer fueron encontrados los cadáveres, sin identificar, de dos africanos que viajaban en el compartimiento del tren de aterrizaje de un avión procedente de Abidjan. Según los primeros indicios, ambos debieron morir debido al frío y la asfixia provocados por la altura, en un lugar no presurizado del aparato”

Dominique se dice para sí:

-Estos desgraciados ya no saben que hacer para invadirnos. debiéramos mandarles de vuelta a sus países de origen

A esa misma hora en una morgue del centro de París los cuerpos de Amadou Diouf , maliense, senoufo, de la aldea de Kadiolo, miembro de una familia de herreros y griots y Ladji Sankara de la aldea de Koro, lobi, hijo de agricultores, son icinerados en presencia de un juez, sin que nadie reclame sus cuerpos.

En la noche pasada, el abuelo de Mamadou vio posarse en el árbol del corral una cigüeña negra. Allí pasó la noche entera, hasta el amanecer, cuando remontó el vuelo en dirección al bosque. En Koro los perros no han dejado de ladrar toda la noche, hasta despuntar el día.

En una y otra parte los viejos han reconocido la simbólica visita de la muerte. Sin embargo tal vez no sepan nunca la de quien anunciaban, pues son muchos los que hace tiempo que partieron y de los que no se sabe nada.

Si alguien de la familia sabe con certeza por un sueño o por alguien que ha vuelto, de la muerte de alguien. Entonces buscará su rostro en las estrellas y plantará un árbol de la vida, al que darán su nombre.

Si nada saben de alguien que se fue preguntarán al viento, cuando el hármatan sople desde el norte.

¿Cuando volverán de su largo viaje nuestros hijos?

miércoles, 10 de noviembre de 2004

¿Quién declamó la guerra?


La guerra de Costa de Marfil por fin ha acabado en la media internacional. Después de cuatro años de guerra de guerrillas, de rebeldes, de asesinatos de civiles ante la indiferencia de la mundialidad, ahora por fin se sabe que hay una guerra en Costa de Marfil.
La guerra de Costa de Marfil comenzó en julio de 2000, cuando varios grupos rebeldes al presidente Gbagbo se armaron e impusieron la ley marcial en las zonas rurales del norte del país.
El presidente Laurent Gbagbo, elegido democráticamente por medio de elecciones, día tras día, mes tras mes, desde julio del 2000, va perdiendo el control del país mientras que a lo largo de estos años han estado tomando posiciones en el país tropas francesas y de la ONU con una doble dudosa misión: "tratar de estabilizar la situación de anarquía y defender a los 20.000 residentes franceses que allí viven."
Después de 4 años de indiferencia internacional ante la masacre civil de Costa de Marfil, el pasado 6 de noviembre una bomba de la aviación gubernamental de Gbagbo cayó sobre un campo militar francés en Bouaké. Una veintena de militares franceses heridos, ocho muertos, un ciudadano norteamericano muerto.
Ahora los franceses declamaron la guerra de Costa de Marfil a la opinión internacional y después de cuatro años de guerra, ahora por fin se anunció que había una guerra, ahora que se ha comenzado el recuento de cadáveres occidentales. De los cadáveres costamarfilenses, quién sabe qué.

El blog Au hasard du web, en francés, va recopilando acontecimientos.

UPDATE: Jean de Dieu, desde Camerún, dice en su comentario: "¿qué legitima la acción militar francesa en Costa de Marfil? La colonización y el esclavaje que continúa a través de las generaciones hasta hoy día."
Hace dos años ya que las tropas militares francesas desembarcaron en Costa de Marfil. ¿Con qué derecho? ¿Han detenido la guerra después de dos años? ¿Han hecho algo más que defender las inversiones francesas en un país que no es suyo pero que da de comer a 20.000 franceses residentes?.