Un volcán dormido en el corazon de Africa

domingo, 17 de octubre de 2004


Soweto (South West Township) cumple cien años, aunque hace cien años no se llamaba así. No tenía nombre. Hace cien años el appartheid no tenía nombre. Hace cien años el gobierno segregacionista de Sudáfrica, con la excusa de una sacudida de peste bubónica en algunos barrios de la ciudad, desalojó a los negros a punta de escopeta y los agrupó en la zona suroeste de la ciudad, en lugar apartado de la city, donde les aguardaban miles de casetas todas iguales de tejado de chapa y cuatro habitaciones en un descampado limpio.

La mayoría de los habitantes de Soweto habían venido de las zonas rurales del país para trabajar en las minas de oro recién descubiertas y la avalancha migratoria desató el miedo racista de la minoría blanca.

Cien años después, uno esperaría encontrarse con que Soweto se ha convertido en una ciudad museo, como Auswitz o como la Isla de Goré, pero no. Es cierto que el gobierno de Mandela creó infraestructuras y permitió a los negros establecerse en otros lugares de Joburg, pero Soweto sigue siendo hoy día la ciudad de los negros de Johannesburg. Soweto sigue siendo la misma ciudad sin nombre, sin árboles, sin agua corriente, sin esperanza. Soweto sigue siendo la ciudad de los desterrados, de los hacinados, de los pobres, de los marginados.

Soweto pertenece a la historia de Sudáfrica pero no al pasado, ya que sigue siendo también hoy día la ciudad de los negros.

Soweto en la red:
BBC: Cien años de un símbolo
Diez años después del Appartheid, de visita por Soweto
UNESCO: Grandeza y decadencia de la fuerza bruta

jueves, 7 de octubre de 2004

11.XII.94
Mientras los artistas duermen en esas ciudades de Europa, yo despierto, retorciéndome de dolor, con arcadas, y firmo esta declaración de guerra.


Estoy leyendo Cuadernos de Africa, de Miquel Barceló, despacio. Apenas diez páginas al día, en el metro. Leo su diario a diario.

Envidio con qué libertad escribe sus impresiones. Hay dias que le gritaría, hay días que le levantaría un monumento.

Primero pensé que Cuadernos de Africa era un nuevo Noa Noa. Un nuevo artista en busca del paraíso, de lo salvaje, preguntando al aire retóricamente "¿quiénes somos?¿de dónde venimos?¿a dónde vamos?". Pero no. Hay una gran diferencia: Gauguin era un pintor francés que murió de sífilis (o de miseria) en una de las islas Marquesas.

No, no es el caso. Miquel Barceló es africano y está vivo.

lunes, 4 de octubre de 2004

Miquel Barceló escribe en Mopti:

17.I.92
Aqui, todo me parece cada vez más real, mientras que la vida en Europa se me antoja algo sacado de un libro o de una película

Me encantaría compartir unas flag con él, en Gao, en Segu, en Abidjan o en Mopti.