Un volcán dormido en el corazon de Africa

lunes, 20 de diciembre de 2004

Navidad en Africa


En europa, la fiesta de la navidad se ha despojado de toda religiosidad y se ha convertido en un gran negocio. No solo esto, es en estas fechas cuando se produce el bombardeo de imágenes dramáticas de niños africanos con vientres hinchados y es cuando más dinero se recauda para proyectos de desarrollo en Africa.

Muchos europeos tal vez no sospechen que también en Africa es Navidad.

Por mi parte, ahora que vivo en europa echo de menos la alegría con la que se vive la Navidad en Africa. En Duala pasé cinco navidades y en cada una me maravillé con la manera en que la ciudad se convierte en una fiesta a medida que se acerca el día 25.

Las familias se agrupan. Acuden desde los pueblos del interior para ver a sus familiares de la ciudad, quienes les acoge en sus casas. Cada uno trae lo que puede, mangos, piñas, iñames, huevos, un pollo, una cabra, porque saben que la comida en la ciudad es cara. Y nunca falta.

Las puertas de las casas se dejan abiertas. No sólo para los familiares también los vecinos entran y salen, reparten bebidas cuando hay, reparten comida cuando se prepara. En Africa no hay cazuelas pequeñas ni mesas individuales.

Quien no tiene comida, reparte cacahuetes. Pone música. Acude a bailar. Quien no tiene, reparte mucho más.

Las familias han estado ahorrando dinero durante noviembre especialmente para comprar ropa nueva a los niños. Juguetes también se compran, a veces de segunda mano, de esos que llegan desde europa pintados y rotos, a veces de esos que venden los chinos, que se rompen al día siguiente. Es lo de menos, los niños reparten sonrisas a todos.

Es difícil dar un paso en la calle sin ser invitado a una cerveza. En Duala, es la época del año que más calor hace y no es sólo por el sol. Los bares se multiplican, llega un momento en que cualquier casa se convierte en bar, lugar de encuentro, ya la bebida es lo de menos, se termina pronto, ya cualquier lugar donde haya música basta para entrar, para dejarse inundar en una alegría que es la de todos.

El día 25 cada uno luce sus mejores vestidos, un cocktail de explendor de colores cubre en un momento las calles. Los niños, con su ropa nueva y sus sonrisas acuden a su grupo de coral para ensayar una vez más las canciones de Navidad. Las mujeres se reúnen en sus cofradías para acudir a misa y a la salida, a compartir la fiesta en "petit comité".

Por la noche, ninguna casa queda a oscuras. Los padres de la familia salen a los bares, a los restaurantes, a las fiestas donde les van invitando o se quedan en la fiesta propia de su casa. Recuerdo que en una de mis primeras navidades africanas tuve tantas invitaciones que pase toda la noche hasta el amanecer de una casa a otra.

En Navidad la fiesta vibra en cada casa, se respira a través de las ventanas y las cazuelas abiertas y se siente al ritmo de la música y de la risa.

En Africa también es Navidad.

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