Un volcán dormido en el corazon de Africa

martes, 8 de julio de 2003


Colores


Los colores de la lluvia me han enamorado, una vez mas. Apunto he estado de abandonar mi viaje y quedarme tan solo observando, alimentando mis ojos de colores.
Ese contraste del verde brillante de las laderas sobre el rojo de los caminos y del barro que va cubriendo mis botas a medida que me sumerjo en la belleza, a medida que avanzo en mi camino.
Ese contraste, aun mis ojos no lo han fraguado y cada vez que miro, se sorprenden, a cada paso.
La lluvia agita las nubes, las hojas de los arboles y la tierra. Embravece los riachuelos transformandolos en torrentes, de agua roja, rugiente.
Cada hueco en la roca se convierte en una cascada, en una cola de agua que eleva gotas de arcoiris en mi sonrisa, y el sol me mira, y me la devuelve.
Qué pequeño me he vuelto, bajo esa poderosa lluvia, esa protectora dama de calida humedad, de cuerpo enorme, enviada de los cielos.
Al fondo, tras el verde, tras la lluvia, de color negro, la cordillera de bambutos.
Por fin, en el mercado de Mbuda, me quedé contemplando a las mujeres. Vendiendo y comprando. Comerciando sus colores.
- Cuanto es el pimiento amarillo?
- Y el rojo?
- El igname blanco?
- Y esta tela dorada?
Le compré a una niña, envuelta en tela roja y verde, unos bastones de mandioca blancos como el nacar, envueltos en hojas verdes y frescas.

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