Un volcán dormido en el corazon de Africa

domingo, 15 de febrero de 2004

La voz de Wole Soyinka en la cuestión del velo


Wole Soyinka, premio nobel de literatura en 1986, nació en una sociedad multiétnica, como es Nigeria, en la que cada uno de sus compañeros de clase profesaba una religión diferente. Mi escuela primaria era anglicana, pero, incluso con un esfuerzo de imaginación, no se podía vincular su uniforme -camisa kaki, pantalón corto y pies descalzos- a ninguna religión, desde el culto orisha de los Yoruba hasta el zoroastro. Mi escuela secundaria fue un internado. Una misa cristiana era celebrada los domingos en la capilla y los musulmanes se reunían los viernes para rezar. Los sábados, los adventistas del séptimo día, recibían un permiso de salida y acudían a la ciudad para realizar su devoción. Incluso los domingos se respetaban las prácticas de uso en las diferentes confesiones cristianas. Los católicos y los pentecostistas, los aladura, cada uno profesaba su propio culto. En resumen, incluso si este establecimiento pudiera parecer de orientación anglicana, la libertad de culto estaba garantizada a cada alumno e integrada en el funcionamiento del colegio.
En este artículo publicado en el Sunday Times de Johanesburgo, el escritor, dramaturgo y poeta africano se propone dar respuesta al debate sobre la prohibición del velo musulmán en las escuelas públicas francesas, pais recientemente multiétnico.
La pregunta fundamental, continúa el autor, es la siguiente: ¿qué debe aportar la sociedad adulta a estos jóvenes dentro de un mundo tan profundamente dividido?
Porque la escuela es un centro de aprendizaje, no lo olvidemos. Nosotros los ciudadanos de un país multiétnico esperamos de una escuela pública que se forme adecuadamente a nuestros hijos, dentro de la diferencia, dentro del respeto, dentro de la convivencia.
Por ello, Wole Soyinka concluye que el único peligro de la prohibición del velo existe tan solo en el espíritu de los padres, ya que ningún niño va a perder sus referencias espirituales por el solo hecho de quitarse o de añadir, durante unas horas al día, un accesorio a su vestimenta.
El uniforme escolar fue instituído para eliminar diferencias, para que ningún niño pudiera mostrar a su compañero que soy más rico que tú, en aquella sociedad dividida en clases sociales. Hoy día, en nuestra sociedad de clase media dividida en religiones, eliminar el uso de signos religiosos en la escuela anulará la posibilidad de demostrarse más santo que tú en una escalada hacia el fanatismo.

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