El monte Fako
Las montañas fueron forjadas hace muchas eras en el vientre de la Tierra.
Mi hogar, Manengumba, fue forjado en las profundidades y nació rasgando la corteza fértil de nuestra madre.
Hace dos años pude presenciar cómo nuestro amigo, el inexpugnable volcán que se eleva desde el borde de la costa hasta los cielos, se despertó de su sueño y se puso a escupir fuego durante siete días.
Manengumba me explicó esta mañana que el nombre de ese volcán es Fako. Es una montaña como nosotros, me dijo, pero el Forjador la ama tanto, que hace que su interior esté siempre en movimiento. La golpea en caliente y la hace crecer. Luego la rocía con lluvia para enfriarla. Y la deja exhausta, casi muerta.
Fako nació después de mi, pero ya es mucho más alta. Maneja los vientos y las nubes. Habla con las Altas Montañas y por la noche con las estrellas del firmamento.
Pienso que debe sufrir con todo esto, Manengumba.
Claro que sufre, porque es amada, porque crece. El forjador tiene algo importante para ella.
Desde hoy miraré a Fako de otra forma. Y también los humanos deberíais mirarla con más respeto. Los primeros pobladores de estas tierras aprendieron a temerla y la llamaron "el carro de los dioses". Pero ese nombre se olvidó mientras el volcán dormía.
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