Un volcán dormido en el corazon de Africa

lunes, 27 de octubre de 2003

Mi vuelo


Me alzo de puntillas sobre la cima de mi hogar y mis ojos de niño buscan a Basilé. Su figura ahora es difusa. Sus laderas se confunden con el mar. Sólo veo mar y nubes.
-Manengumba, ¿por qué no veo ya a Basilé?
-Pero ahí está, ¿no lo ves?, dice la motaña.
-No.
-No lo puedes ver porque no miras a Basilé. Estás mirando al oeste. Estás mirando al Monte de los Grillos.
Me crecen alas de plumas de color a la espalda y comienzan a batir, bruscas, ansiosas. Mi corazón late y mis alas crecen. Ahora se vuelven fuertes, y me siento capaz de emprender el vuelo.
-Me voy, Manengumba, me voy.
-Ya sé, hace tiempo comenzaste tu vuelo. No escondas más tus alas.

No hay comentarios: