Un volcán dormido en el corazon de Africa

miércoles, 17 de septiembre de 2003

Comprendo


Hoy comprendo que me encuentro en Madrid, después de casi un mes de haber llegado, tal vez el tiempo que me hubiera llevado hacer el viaje en autobuses, haciendo la ruta de los pateros y asimilando la distancia del viaje.
Tomo el metro y me dirijo al centro. La puerta del sol me recibe llena de gente, todos en movimiento, desplazándose de un lado a otro, atravesándola por todas sus diagonales posibles, en silenciosas procesiones.
Veo senegaleses, que venden discos compactos sobre sábanas blancas atados por un asa en las esquinas, para permitirles la huída rápida.
Me siento extraño, extranjero, pero no me doy cuenta porque así me siento habitualmente en todas partes.
Cuando estoy en áfrica, al cruzarme con un blanco, un hermano de etnia, es inevitable que nos intercambiemos esa sonrisa de complicidad que lo dice todo.
Alguna vez, en la ciudad, conduciendo he visto un blanco caminando por un barrio no muy deseable y me he sorprendido a mi mismo parando el coche y preguntándole si todo va bien.
Ahora, voy caminando por carretas y me cruzo con un centroafricano que lleva una enorme bolsa blanca de plástico llena de bolsos de mujer.
Comprendo que son sus mercancías que acaba de comprar al por mayor en una tienda de importación china y se dispone a venderlas sobre una sábana.
Le miro a los ojos sin darme cuenta y él me mantiene la mirada. Luego la suaviza y acabamos por sonreirnos.
Ahora ya no me siento tan extraño en mi país natal.

No hay comentarios: