Un volcán dormido en el corazon de Africa

martes, 9 de septiembre de 2003

Nacer


Cuando es de noche sobre manengumba, el haz de luz blanca se alza sobre el valle de su cráter, iluminando cada onda de sus aguas frías.
Sentado, observo la fuente de la maravilla y mis ojos no desean dejar de inundarse de esta danza de ninfas sobre las flores de luna.
Me sonrío y al hacerlo, mis pupilas también titilan la magia. De la luz sobre las sombras; del fluí­do sobre la roca; la magia del sueño sobre mi locura.
Y entonces ya duermo, ya le entrego mi cuerpo a manengumba, para que me lo mezca, para nacer de nuevo, con el alba del sol de mañana.
Lavar mi cuerpo y mis ropas cansadas, sobre estas tus aguas y poder volver a reirme, a amar el día, a ser de nuevo el niño que era.

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