Un volcán dormido en el corazon de Africa

martes, 30 de septiembre de 2003

Oku



La estación seca trae la calma. El fresco por la noche, el amanecer despejado.
Los habitantes de Oku abandonan los paraguas y salen al mercado. Las abejas acuden a los panales. En el mercado se vende lo recogido durante las lluvias. En las laderas de las montañas, aún los ríos vierten sus aguas al vacío creando colas de arcoiris entre el verdor.
El sol ahora golpea fuerte a mediodía sin el freno de las nubes, y ríe solo, ahora rey de los cielos.
La luna sonríe a su vez por las noches ya que los nimbos se marcharon a buscar las lluvias. Ahora ella es también reina y las estrellas reflejan su placidez.
Ahora es la época de los astros.
Ya no hay lugar para las blandas flores, que sin protección y sin lágrimas se marchitan mientras las abejas se apresuran a guardar el polen de las últimas corolas. Y los habitantes de Oku se apresuran en tomar su miel.
La época seca se avecina. Y todos se apresuran, antes de que el polvo de la tierra cubra las veleidades del azul cielo y ya no se pueda respirar.
Los astros se olvidan de los habitantes de la tierra, para triunfar en el cielo. Ahora sólo queda esperar el regreso de las nubes.

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